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Corea del Sur apostó muy temprano por una economía de exportación. Gigantes industriales como Hyundai o Samsung comenzaron como pequeñas empresas, pero cuya producción estaba orientada al mercado mundial.

Entre los países de la OCDE, Corea del Sur es muy especial porque ha logrado que un porcentaje muy alto de la investigación nacional sea financiado por compañías. De acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de ese país, en 2020, cerca del 73% de la inversión en investigación provino del sector privado. En España, por ejemplo, la mitad de la investigación es financiada por el Estado y la otra mitad por la industria. Así que tenemos un abanico de porcentajes en la OCDE, reflejando el mayor o menor peso de la industria privada en la investigación.

Corea del Sur apostó muy temprano por una economía de exportación. Gigantes industriales como Hyundai o Samsung comenzaron como pequeñas empresas, pero cuya producción estaba orientada al mercado mundial. En 2020, Corea del Sur exportaba el 32% de su producto interno bruto (PIB). Sorprende saber que, en México, con un PIB menor al de Corea del Sur, de todas maneras, el 34% del PIB consiste hoy en exportaciones. Ese porcentaje subió de 9% en el año 1990, a 25% en el año 2000. Es evidente que el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá ha transformado al país en una economía de exportación. Lo que nos falta es convertir ese impulso en uno de innovación científica y tecnológica a todos los niveles. Exportamos muchos autos, pero son de compañías con una casa matriz en otro país. El contenido tecnológico nacional es mínimo.

En este capítulo quisiera tematizar la cultura de innovación que es tan importante en Corea del Sur. En aquel país, el gobierno maneja una serie de programas e iniciativas que busca fomentar la creación de nuevas empresas, los llamados startups. Una manera de hacerlo es proporcionándoles becas y subsidios a nuevas compañías a través de la Oficina de Pequeñas y Medianas Empresas. También se les proporcionan prestamos estatales a bajo interés. En Alemania sucede algo similar. Hace años formé parte de un comité en el Ministerio de Educación y Ciencia de Alemania y evaluábamos propuestas de financiamiento de startups. Teníamos que evaluar el proyecto, al equipo que lo proponía (generalmente estudiantes graduados) y les otorgábamos un financiamiento que les permitía operar por un año, para que pasaran a la siguiente fase, que puede consistir en que obtengan financiamiento privado. Quizás solo 10% de los proyectos elegidos llegaban a operar más allá de un año, pero lo importante es que los que sobrevivían se convertían en nuevas fuentes de empleo. Es posible que en Corea el sistema de apoyo a startups obtenga resultados similares.

Algo muy importante es que en Corea del Sur el gobierno opera una red de incubadoras y aceleradoras de empresas. Esas incubadoras le proporcionan oficinas compartidas, servicios de Internet y teléfono, así como asesoría a costo muy bajo a los startups. En 2021 el numero de incubadoras con apoyo gubernamental era de 39 en todo el país, además de las incubadoras privadas, que ya son más de 200. En México la mayor parte de las incubadoras de empresas las podemos encontrar asociadas a universidades y algunas en parques industriales.

Desgraciadamente, el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM), que supuestamente debería tener una función de apoyo a nuevas empresas, fue desaparecido en 2019 y no está claro qué funciones y con cuánto éxito fueron transferidas a la llamada Unidad de Desarrollo Productivo en la Secretaría de Economía.

Además de las incubadoras, en Corea del Sur la ley favorece la instalación de nuevas empresas, limitando la burocracia y proporcionándoles incentivos fiscales a los inversionistas. Claro que invertir en startups es riesgoso y por eso los incentivos fiscales ayudan a canalizar inversión hacia los emprendedores.

Pero quizás lo más importante es que en las universidades coreanas, se fomenta la cultura de la innovación y esa mentalidad emprendedora. En México quizás el caso de mayor éxito es el TEC de Monterrey, que soporta varias incubadoras de empresas, que además integra en sus programas educativos.

Además de todos estos apoyos, el gobierno coreano subsidia a aquellas pequeñas empresas que quieren participar en ferias internacionales de comercio, para dar a conocer sus productos. Lo mismo sucede en Alemania. A lo largo de los años debo haber participado en unas diez ferias internacionales, representando a mi universidad o a diversos startups. Nunca tuvimos que pagar por la participación en las ferias, sólo por nuestro viaje y sustento. Esas ferias son siempre una gran oportunidad para expandir la red de contactos y para conocer inversionistas.

Corea del Sur sabe que en las áreas en las que exporta no puede reposar en sus laureles. Desde 1998 lanzó la estrategia de transitar hacia una “economía del conocimiento”, es decir, basada en la producción y exportación de productos de alta tecnología. La iniciativa tiene repercusiones muy importantes sobre lo que he llamado los tres pilares de la investigación: 1) Implica que se debe continuar mejorando la calidad de la educación y que las universidades deben transformarse en motores de progreso científico e industrial, 2) Implica también que los centros de investigación deben concentrarse en proyectos que le permitan al país mantener su liderazgo en alta tecnología, y 3) La investigación privada debe seguir propulsando la economía de exportación.

Eso significa también mejorar y ampliar la infraestructura nacional. Por ejemplo, la velocidad promedio de las conexiones a Internet en todo el país es de 132mbps, tres veces más que el promedio internacional. Se ha tendido fibra óptica por todo el país, que proporciona picos de velocidad para el usuario de 2 Gbps (con esa velocidad se pueden transmitir 250 videos con calidad de TV digital, simultáneamente). La red de celulares 5G es también de las más grandes del mundo, después de China, que ya tiene 400 millones de suscriptores en esas redes de alta velocidad. En Corea del Sur el 29% de la población ya tiene acceso a conectividad 5G.

Las economías avanzadas se distinguen también por el número de patentes que registran. En 2021, Corea del Sur registró 231 mil solicitudes de patentes, las que representan el 6.1% del total mundial. Corea es el quinto país en ese rubro, sólo debajo de China, Estados Unidos, Japón y Alemania, cuatro países con poblaciones mucho mayores que los 51 millones de coreanos.

En suma: es impresionante que Corea del Sur haya comenzado destruida después de la guerra de Corea, que dividió al país, y ya sea ahora una de las economías más pujantes. En 1960, de acuerdo con el Banco Mundial, el PIB per cápita de México era de 1098 dólares y el de Corea del Sur de 82 dólares. En 2020 el de México había aumentado a 9 mil 480 dólares per cápita, pero el de Corea del Sur a 33 mil 381 dólares. Eso sólo se explica por la tenacidad de los coreanos, por su temprana apertura a la economía de exportación, por su énfasis en la educación y por su cultura de innovación que seguramente se plasmará en avances adicionales en la nueva fase que quieren afrontar como país, la de la economía del conocimiento.

Publicado originalmente por: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/raul-rojas/corea-del-sur-y-la-cultura-de-innovacion/

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