La inversión en tecnología continúa siendo uno de los motores evolutivos para afrontar los retos actuales, especialmente para el sector empresarial.
Director general de AMD México y Centroamérica
Se dice que los tiempos desafiantes son catalizadores de los más grandes avances de la historia. Priorizar la innovación suele ser la llave del crecimiento y una alternativa para afrontar condiciones difíciles. Cifras de la OCDE señalan que 85 por ciento del crecimiento económico surge de la innovación, por lo que, frente a la incertidumbre financiera global, este rubro puede representar la luz al final del túnel.
La inversión en tecnología continúa siendo uno de los motores evolutivos para afrontar los retos actuales, especialmente para el sector empresarial, marcando un antes y un después en la forma en que se desenvuelven las organizaciones. La pandemia es un claro ejemplo de esto, pues en los últimos años se identificó que las compañías que apuestan por implementar estrategias de transformación digital en sus operaciones, se han vuelto 26 por ciento más rentables que sus competidores.
Aunque los efectos más críticos de la coyuntura de salud parecen haber quedado atrás, el impacto de la tecnología todavía está en una etapa temprana: quedan retos por afrontar en términos de infraestructura, cadena de suministro, digitalización, y conectividad, que pueden ser resueltos por aquellos países que cuenten con la innovación necesaria para encontrar soluciones disruptivas. Ante este contexto, surge una pregunta crucial: ¿qué tan innovador es nuestro país y qué necesita para convertirse en una potencia de este campo?
De acuerdo con el Índice Global de Innovación 2022, México es uno de los tres países más innovadores en América Latina y el Caribe, y ocupa el puesto 58 de entre 132 economías. Pese a esto, queda todavía un largo camino para compararse con las naciones como Suiza, Estados Unidos o Suecia, que encabezan este listado.
El desarrollo digital está vinculado con el potencial de innovación, por lo que, para avanzar en ese aspecto, es necesario incrementar la inversión en tecnologías de la información. Este segmento tuvo un crecimiento de más del 7.0 por ciento durante 2022 según datos de Select; se espera que el 2023 sea un año decisivo para el sector, ya que, si bien el presupuesto TIC del gobierno federal solo aumentará un 4.0 por ciento, el índice de optimismo del negocio se ha colocado en el nivel más alto de los últimos meses.
Otro componente clave para el progreso radica en el talento disponible. México cuenta con una población de más de 32 millones de jóvenes, desplegando un capital humano enorme para encontrar soluciones creativas a los problemas que enfrentamos en la actualidad. Para ello, es indispensable inspirarlos a que estudien carreras relacionadas con ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en México únicamente el 35 por ciento de las personas que alcanzan la educación superior se muestran interesadas por este rubro.
Por último, y no menos importante, en los últimos años hemos experimentado un crecimiento sin precedentes en el desarrollo de infraestructura para el procesamiento de información y conectividad, convirtiéndonos en el cuarto país con el mayor número de centros de datos después de Argentina y Chile. Esto supone una enorme área de oportunidad para México debido al incremento en la demanda de servicios digitales a causa de la pandemia, la incorporación de esquemas de trabajo híbrido, y la masificación de servicios digitales como el streaming.
Tal como observamos, nos encontramos en un momento crucial para impulsar la innovación en nuestro país: contamos con los recursos necesarios, la fuerza laboral, y el conocimiento para convertirnos en un verdadero referente internacional, sin embargo, para lograrlo debemos ponernos manos a la obra y continuar invirtiendo en tecnología que, sin lugar a duda, nos acercarán cada vez más hacia el futuro.
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