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5 de may. (Dow Jones) — En lo alto de los Andes, la revolución de los vehículos eléctricos ha llegado. Se mueve a no más de 56 kilómetros por hora y puede ser un poco claustrofóbico.

Mientras que Tesla y otros fabricantes de automóviles se enorgullecen de producir vehículos eléctricos lujosos y aerodinámicos, algunos con una velocidad superior a 320 kilómetros por hora, Quantum Motors de Bolivia ofrece un viaje mucho más lento.

Del tamaño de un carrito de golf y construido como una caja, los autos de Quantum técnicamente tienen espacio para tres personas, con solo uno en la parte delantera –el conductor– y dos pasajeros acurrucados en la parte trasera. Olvídate de un baúl, o de viajes de larga distancia. Puede recorrer 96 kilómetros antes de necesitar una recarga, lo que puede tomar de seis a ocho horas.

“Fue amor a primera vista”, dijo Daniel Derenne, un jubilado de 62 años en Cochabamba que compró un Quantum poco después de su lanzamiento en septiembre de 2019.

Hoy, ha conducido 9.6 mil kilómetros en su pequeño vehículo. Él atestigua que puede llevar a tres personas, “pero no pueden ser muy voluminosas”.

Derenne solía tener una calcomanía en la ventana trasera que indicaba que el vehículo es eléctrico y no contamina. Esperaba que eso alentara a otros a hacer la transición a los vehículos eléctricos, una rareza en Bolivia.

La mayoría de la gente aplaudió su mensaje, dijo. Pero algunos conductores pensaron que los estaba acusando de ser contaminadores. Mientras pasaban veloces su auto a paso de tortuga, Derenne recuerda que algunos conductores le alzaban el dedo medio y los conductores de autobuses se referían a su coche como “el estorbito”.

“No te respetan en absoluto”, dijo Derenne.

Los fundadores de Quantum creen que el vehículo, el primero fabricado en Bolivia, es el futuro de la industria automotriz en América Latina, hogar de 670 millones de personas. En las calles congestionadas del mundo en desarrollo, los autos en miniatura tienen más sentido, dijo Carlos Soruco, uno de los fundadores de Quantum. Y es mucho más barato de correr que los automóviles convencionales. Los propietarios de Quantum dijeron que gastan alrededor de siete dólares al mes para cargar sus autos.

El vehículo eléctrico de fabricación boliviana se puede conectar a cualquier tomacorriente, eliminando la necesidad de invertir en costosas estaciones de carga. Encontrar estacionamiento es muy fácil. Su precio de siete mil 500 dólares lo hace mucho más asequible que los vehículos eléctricos más llamativos que salen a las calles en los Estados Unidos y Europa.

“Estamos convencidos de que el desarrollo de vehículos eléctricos en América Latina no será con Teslas o Volkswagen”, dijo Soruco.

Hasta ahora, Quantum ha vendido 370 autos.

Los bolivianos han soñado durante mucho tiempo con tener su propia industria automotriz, creyendo que permitiría a una de las naciones más pobres del hemisferio occidental reducir su dependencia económica de la exportación de materias primas, desde plata hasta gas natural. Los políticos prometen que su nación sin litoral algún día usaría sus vastos depósitos de litio, los más grandes del mundo, para impulsar la transición del mundo hacia una energía más verde.

Angie Sciaraffia, una estudiante de medicina, estaba encantada de comprar un automóvil de fabricación boliviana, con su espejo retrovisor tan pequeño que puede caber en la palma de su mano. Se decidió por un Quantum azul diamante con vidrios polarizados y techo solar.

“Tener un auto que es boliviano es espectacular”, dijo Sciaraffia, describiéndolo como fácil de conducir. “Simplemente aceleras y frenas”.

En Bolivia, Quantum tiene un pequeño pero leal seguimiento entre los propietarios de automóviles como Sciaraffia, quien toca la bocina y saluda a otros conductores de Quantum cuando se ven en la calle de Cochabamba.

Ximena Pérez adora la suya. Compró el auto durante la pandemia, preocupada por tomar autobuses abarrotados. Pérez dijo que nunca sintió que el auto careciera de espacio, excepto una vez cuando fue a acampar. Luchó por empacar su tienda de campaña, una llanta de repuesto y su perro en la parte trasera del Quantum. Afortunadamente, su perro es un chihuahua.

“Está hecho para el auto”, dijo.

Inicialmente, la compañía no podía registrar sus autos en Bolivia porque las leyes locales requerían que todos los vehículos tuvieran un documento de importación, papeleo estándar en un país donde nadie había fabricado un automóvil antes. Las compañías de seguros desconfiaban de proporcionar cobertura. Los bancos no estaban seguros de cómo estructurar los préstamos para automóviles.

Quantum cerró la tienda durante unas semanas justo después de abrir en 2019 cuando violentas protestas políticas paralizaron Bolivia. Luego llegó la pandemia, que puso patas arriba las cadenas de suministro mundiales y encarecía la importación de piezas chinas. Hoy en día, la escasez de dólares en Bolivia ha dificultado el pago de las importaciones.

A pesar de los enormes recursos de litio de Bolivia, el país apenas produce ninguno de los suyos debido al estricto control estatal que ha obstaculizado las inversiones privadas. Como resultado, las baterías de Quantum utilizan litio de China.

José Carlos Márquez, un ingeniero que es el otro fundador de Quantum, tuvo la idea del vehículo eléctrico en 2015 mientras construía una carretilla eléctrica para mineros. Está convencido de que la transición a los vehículos eléctricos requerirá reducir el tamaño de los automóviles para evitar el desperdicio de energía.

Edgar Roman compró su Quantum en 2020. Lo usa para su trabajo, que requiere que visite las oficinas gubernamentales para completar el papeleo necesario para importar equipos de construcción.

“Me gusta”, dijo Roman. Relató cómo los transeúntes gritan para preguntar cuánto dura la batería y si pueden ir a dar un paseo.

El Quantum, dijo Roman, tiende a comenzar con un tirón en lugar de acelerar gradualmente y ofrece un viaje más accidentado que su otro auto, un Nissan. El coche boliviano no tiene calefacción, por lo que hace frío en el invierno. Roman dijo que también es incómodo tratar de hablar con su esposa mientras ella está sentada detrás de él.

“Tienes que hacer esto”, dijo, mostrando cómo volvía la cabeza hacia atrás para hablar con su esposa, como un taxista. “Ella decía: ‘¿Qué?’ ”

Una vez, la batería casi se quedó sin pila. Llegó a casa conduciendo a la velocidad de un corredor. Otros vehículos tocaron la bocina para que se hiciera a un lado. Su madre se sentó en el asiento trasero.

“Ella decía: ‘Puedes hacerlo Quantum, puedes hacerlo’.”

Publicado originalmente por: https://www.axisnegocios.com/articulo.phtml?id=119200

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