El transporte por carretera vive momentos convulsos, con problemas estructurales y soluciones que pasan por una mayor digitalización, más eficiencia y por un nuevo marco de relaciones con otros eslabones de las cadenas de suministro.
El transporte de mercancías por carretera juega un rol crucial en las cadenas de suministro.
El papel de esta actividad ha quedado demostrado durante la pandemia, así como a lo largo de 2021 y 2022, años en los que la demanda ha notado la escasez de conjuntos a causa de las sucesivas disrupciones que se han sucedido en las cadenas de suministro en los últimos años.
En un contexto tan complejo e incierto, el transporte de mercancías es una actividad sometida a fuertes presiones y azotada por diversos problemas que marcan su presente y futuro a corto plazo.
Problemas actuales del transporte
Quizás el problema más acuciante del transporte de mercancías por carretera es el que tiene que ver con el envejecimiento de unos trabajadores clave en la actividad logística: los conductores profesionales.
Diversas circunstancias han conducido a que, en todos los países occidentales, la actividad de transporte se haya visto desplazada y sus profesionales desprestigiados durante décadas.
La atomización del sector ha conducido a un escenario de feroz competencia.
Además, la atomización del sector y la feroz competencia, centrada principalmente en los precios más que en la calidad o las condiciones del servicio, e impulsada muchas veces por clientes con un potente poder de negociación, también ha contribuido a dibujar un mercado saturado, con mucha competencia desleal, como demuestra el hecho de que los propios transportistas reclamen reiteradamente más regulación para evitar la competencia desleal.
De todos esos polvos los lodos que ahora afloran y que marcan un escenario con una pertinaz escasez de conductores.
Por otra parte, otro de los grandes problemas a que se enfrenta el sector tiene que ver con la tormenta perfecta que dibujan la transformación energética y la digitalización.
En primer lugar, la transformación energética dibuja más incertidumbres que certezas para unas empresas de transporte que se encuentran ante rigurosas exigencias de descarbonización, sin ayudas y con una oferta comercial que ha empezado a florecer recientemente, pero que aún no está en disposición de ofrecer una solución que por prestaciones, velocidad comercial, operatividad, eficiencia y precio pueda suponer una alternativa a los motores de combustión en los servicios de larga distancia.
En segunda posición, la digitalización implica un cambio cultural de gran calado en un sector dominado por pequeñas empresas y autónomos, que, por lo general, tienen menos facilidades que compañías de mayor tamaño para acceder a las nuevas tecnologías, incluso en un escenario que ofrece un fácil acceso al mundo digital.
Los cambios en pesos y dimensiones no son una solución universal, sino adaptada para servicios concretos.
Soluciones
En un contexto marcado por estas incertidumbres que afectan a la oferta de transporte, la cadena de suministro debe buscar soluciones que impulsen la competitividad de un eslabón clave en un contexto en el que, según algunas de las principales instituciones económicas del planeta, el movimiento de mercancías va a seguir creciendo a ritmo fuerte a medio y largo plazo.
En este sentido, la digitalización aparece como unas de las principales ayudas que tendrá el transporte para ganar eficiencia, mejorar su agilidad y organizar los flujos de manera que los camiones estén el menor tiempo posible, siempre teniendo en cuenta las estrictas reglamentaciones de la Unión Europea.
En otro ámbito, las medidas de competitividad también deben destinarse a los propios equipos de transporte, de tal modo que puedan funcionar con eficiencia y flexibilidad, sin perder de vista, además, la reducción del impacto ambiental de las actividades de transporte.
En este sentido, las empresas de transporte deben contar con un marco que les aporte seguridad jurídica en sus inversiones. El sector también reclama ayudas que les permitan realizar una transición hacia un transporte descarbonizado sin añadir más costes a los ya existentes.
Por otra parte, también se abre paso de manera decidida el uso de conjuntos vehiculares más grandes y pesados, en línea con los que ya se utilizan en otros países de nuestro entorno.
Sin duda, la utilización de megacamiones y de composiciones de hasta 60 toneladas no es una solución universal, sino que tiene su utilidad en servicios muy concretos como circuitos cerrados entre centros de producción situados a largas distancias y con vías de comunicación de alta capacidad disponibles.
El uso de camiones más grandes y pesados aportar más eficiencia en aquellos servicios de transporte en que más se necesita, como en los circuitos entre centros de producción”.
Es en estos servicios, entre otros en los que las grandes composiciones pueden desplegar toda la eficiencia que permiten al maximizar volúmenes y reducir camiones en la carretera, sin provocar más congestión y sin provocar daños a vías más preparadas que otras de inferior capacidad para el reparto de peso por eje que se propone.
Así mismo, por otra parte, la competitividad del transporte pasa también por un cambio en las relaciones del sector con otros actores de la cadena de suministro.
En primer lugar, el sector sufre una importante escasez de personal que obliga a cuidar a los profesionales de la carretera no solo por parte de sus propias empresas, sino por parte de los clientes.
En esta línea, medidas como la prohibición de la carga y la descarga supondrán una mejora de las condiciones de trabajo y, posiblemente, en un activo para intentar a nuevos profesionales a un sector que los necesita como el comer.
Por otro lado, también tienen que cambiar las relaciones entre las empresas de transporte y sus clientes. De hecho ya han empezado a hacerlo, aunque, al mismo tiempo, también se percibe posibles retrocesos.
Las cadenas de suministro necesitan un transporte más eficiente, más implicado y más colaborativo, en un escenario de escasez de oferta”.
Los transportistas suelen decir que los tenders y las subastas, tanto a través de internet, como en persona, han sido decisivas para arrasar con la imagen de un sector que lleva décadas compitiendo por precios.
Urge buscar un nuevo modelo de colaboración entre las empresas y sus clientes más basado en la colaboración, en relaciones a más largo plazo y en el que los beneficios en costes y rentabilidad sean compartidos.
Este nuevo escenario, en el que escasea la oferta de transporte y en el que las empresas pugnan por garantizarse capacidad para que sus productos puedan llegar al mercado incluso en las condiciones más difíciles, parece que favorece las ententes cordiales que están condenados a establecer transportistas y cargadores.
Publicado originalmente por: https://www.cadenadesuministro.es/especiales/colaboracion-y-competitividad-en-el-transporte-por-carretera/
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