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  • La transición actual hacia los coches eléctricos supone una transformación industrial potente.

Ahora que el crecimiento del número de vehículos eléctricos se está disparando, los sectores auxiliares deben ponerse las pilas, y las administraciones y empresas apostar por ofrecer a los conductores una infraestructura de carga eficiente, accesible, segura y rápida (preferiblemente, ultrarrápida).

El vehículo eléctrico ha llegado para quedarse. Es útil, conveniente, sostenible. Sin apenas darnos cuenta, está transformando el parque móvil de nuestras ciudades afectando no solo a las áreas de estacionamiento privado, sino también a espacios públicos como centros comerciales, oficinas y gimnasios. Incluso las gasolineras tradicionales se están adaptando para albergar los nuevos puntos de recarga necesarios en esta ‘revolución verde’ que abarca la industria automotriz en todo el mundo.

La transición actual hacia la tecnología totalmente eléctrica representa la mayor transformación industrial de la historia desde la llegada de los vehículos térmicos. Aunque el número de vehículos eléctricos está experimentando un crecimiento general, al menos en España, el ritmo de adopción es lento. Según el Barómetro de la Electromovilidad de ANFAC, en el tercer trimestre de 2023, la penetración de vehículos electrificados es de 79.733, representando solo un 42% de la cobertura objetivo establecida por el Fit for 55 y un escaso 10% de la meta para 2030. En cuanto a los puntos de recarga, España está solo al 26% de la cobertura deseada para este año y a un lejano 2,5% de la cifra prevista para 2030.

A pesar de que ciudades como Madrid superan esta media, con casi un 33%, aún queda un largo camino por recorrer. Aunque el 86% de los usuarios españoles de vehículos eléctricos e híbridos enchufables están satisfechos con su compra, las quejas se centran en los tiempos de recarga y la escasez de infraestructuras públicas, según el informe eReadiness de PwC

El reto no radica en las baterías, sino en los tiempos de recarga. Aunque se observa un aumento de terminales de recarga, especialmente en grandes ciudades, los núcleos urbanos más pequeños aún carecen de suficientes surtidores. La insuficiencia de estos puntos de recarga obstaculiza la transformación real, afectando la capacidad de hacer frente a las nuevas matriculaciones y, en consecuencia, desincentivando a muchos usuarios. Además, muchos de los puntos de recarga existentes presentan problemas de funcionamiento, averías o están inactivos, sin contar las veces que están inaccesibles debido a la ocupación del espacio por otros vehículos.

Según ANFAC, España todavía está en un 6% de penetración, menos de la mitad que la media europea, con un total de 25.180 puntos de recarga de acceso público en todo el país (unos 14.000 de ellos en entornos urbanos). De ellos, una preocupante cifra de casi 9.000 estaría fuera de servicio.

En consecuencia, la calidad de la infraestructura de carga ocupa un lugar central en el corazón de esta revolución eléctrica. Podemos comparar este proceso con el que experimentó la sociedad en los años 90 con el despliegue del ADSL y el 3G, donde la creación de una infraestructura nacional y una red extensa permitió que cada ciudadano se beneficiara de los avances en las telecomunicaciones. Ahora, el objetivo es facilitar la transición al vehículo eléctrico.

Para obtener el respaldo de la mayoría de los conductores, es necesario cumplir con dos criterios fundamentales: los terminales deben ser rápidos y fiables, y el proceso en su conjunto debe ser rentable, tanto desde la perspectiva económica como sostenible. La instalación de menos terminales, pero ultrarrápidos y eficientes, puede ser la clave para cargar más coches en menos tiempo, acelerando así la adopción de vehículos eléctricos.

Los siguientes pasos en la transformación del panorama automovilístico se centrarán en la experiencia general de la conducción de vehículos eléctricos y su proceso de recarga. Todo girará en torno a la innovación en la experiencia del cliente. Si nos fijamos, veremos que en el sector de la movilidad, todas las innovaciones que se han producido en los últimos diez años comparten un denominador en común: una aplicación móvil sencilla que facilita la vida. En este sentido es probable que surjan nuevas iniciativas que permitan, a través de estas aplicaciones, reservar terminales de recarga, monitorear el progreso de la carga, detenerla o reanudarla y, por supuesto, realizar el pago correspondiente.

Posteriormente, siguiendo la misma línea de atención al cliente, llegará el momento de los servicios asociados. Esto implica ofrecer al usuario momentos de distracción, descanso y restauración durante el tiempo de recarga (realizar compras, tomar un café, disfrutar de un libro…), dependiendo del lugar y horario de estacionamiento. El objetivo es transformar el tiempo de recarga en un momento de relajación y comodidad, y no en uno de estrés y limitaciones. Estamos llegando a ese objetivo. El coche eléctrico, y todo lo que lo rodea, está dejando de ser expectativa para convertirse en realidad.

Publicado originalmente por: https://www.eleconomista.es/opinion/noticias/12572364/12/23/la-clave-del-despegue-definitivo-del-vehiculo-electrico.html

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