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La idea de Elon Musk de instalar una planta de manufactura de vehículos en Nuevo León era complementar a su planta de Austin, Texas –la más grande de Tesla–, donde se construiría su camioneta Cybertruck. Sin embargo, las elecciones en Estados Unidos y la beligerante narrativa del republicano Donald Trump contra México terminaron por disuadirlo y ahora esa inversión se destinará a la gigafactory de más de 10 millones de metros cuadrados.

Este fue uno de los primeros avisos sobre que Texas y su muy vocal gobernador, Greg Abbott, iría con todo y por todo contra México para atraer las inversiones que se visualizaron de este lado de la frontera. Los astros se alinearon para el mandatario de tintes antimexicanos con la Reforma Judicial y la serie de modificaciones constitucionales que van a aprobarse en el Congreso en las próximas semanas y meses.

Texas representó un intercambio comercial de 272 mil millones de dólares para México el año pasado y fue el estado de EU de mayor comercio bilateral. El año pasado, su economía creció 5.7% y en agosto el gobernador Abbot anunció una inversión de 142 mil millones para la infraestructura de transporte que incluye un plan de construcción de carreteras estatales para mejorar la conectividad. El estado que colinda con Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua tiene un proyecto de crear su propia bolsa de valores: el TXSE.

Esta semana, a las críticas del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, sobre los efectos negativos de la Reforma Judicial en la relación bilateral, específicamente en el TMEC, se sumó el planteamiento del exvocero del Partido Republicano en nuestro país y presidente de la American Society of México, Larry Rubin, sobre que ante la incertidumbre por las reformas constitucionales empresas de EU frenaron sus inversiones en territoria nacional y evalúan llevarlas a Texas.

Pese a que ha matizado sus dichos, el embajador Salazar ha advertido de un grave daño en las relaciones entre ambos países. “Si no se hace bien, puede traer muchísimo daño en la relación. Eso no lo digo yo solo como embajador, sino que me está llegando de gente (…), hay muchísima preocupación”, dijo esta semana.

Y para “documentar el optimismo”, este miércoles la principal institución financiera de México, el BBVA, abrió en Houston, Texas, la primera oficina especializada para atraer inversiones por el nearshoring, con la cual estima atraer a 65 compañías en el primer año.

“La nueva sede ofrece asesoría en inversión, herramientas financieras y acceso a la cadena de suministro de la institución financiera que cuenta con alrededor de un millón de clientes empresariales en México”, expuso en su comunicado.

Si bien se lee que la oficina va a servir, en parte, a empresas de Texas que quieran instalarse en México, la realidad es que busca capitalizar el crecimiento del estado fronterizo al que llegarán inversiones producto de la relocalización de cadenas de producción que ven a nuestro país con reservas por los cambios constitucionales en ciernes.

Las expectativas de que el nearshoring detonaría este año son cada vez menores. En la primera mitad de 2024, las nuevas inversiones sumaron 909 millones de dólares, el peor resultado para una primera mitad de año desde 2014, según datos de la Secretaría de Economía.

La mayor cifra de nuevas inversiones procedió de Estados Unidos con 633 millones de dólares, pero en contraste con el mismo periodo del año pasado, ésta cayó 52.5%.

Así, la combinación de mejores perspectivas económicas de Texas, los temores de los inversionistas por la Reforma Judicial en México, aunado a los problemas de seguridad, falta de insumos como el gas, el agua o la electricidad, y el posible regreso de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, nublan y complican el nearshoring para México.

Publicado originalmente por: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/mario-maldonado/nearshoring-mexico-y-texas-tenemos-un-problema/

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