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El valor de establecer relaciones con Taiwán es aún mayor si reconocemos su talante democrático y que puede ser ejemplar para México.

Por Silvia Mercado A. PhD*

Como suele pasar con los amores de verano, tal vez a estas alturas pocos recuerden o quizá ni se hayan enterado de la visita de empresas taiwanesas a México para sumar inversiones en todo lo que tiene que ver con coches eléctricos amigables con el medio ambiente y eletromovilidad en mayo y junio pasados. Claramente, Taiwán está dando alto valor a que nuestro país ofrezca una industria automotriz robusta y de trayectoria, además de un nivel de producción de vehículos ligeros que va en crecimiento. Pero las buenas noticias no acaban ahí, Taiwán, siendo el principal productor mundial de semiconductores, eligió el país para localizar la planta de una de sus principales empresas de superchips (Foxconn); suceso clave ahora que el país asiático lleva la delantera global en la fabricación de chips de última generación y cuando su demanda crece exponencialmente debido al auge de la inteligencia artificial. Dicho esto, y justo ahora que se le quiere dar impulso al nearshoring, definitivamente es un socio comercial atractivo y estratégico. Sin embargo, más allá de todo lo ya expuesto, el valor de establecer relaciones con Taiwán es aún mayor si reconocemos su talante democrático y que puede ser ejemplar para México.

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