Estados Unidos, México y Canadá buscan reducir su dependencia de Asia, fortalecer la cadena de suministro y mejorar su competitividad frente a China. Nuestro país enfrenta desafíos para atraer inversiones en sectores claves, como la fabricación de vehículos eléctricos.
La planta de Mazda Toyota Manufacturing (MTM), en Huntsville, Alabama, es un reflejo de los desafíos y oportunidades que enfrenta la industria automotriz mundial en un contexto de crecientes exigencias ambientales, restricciones de insumos y tensiones geopolíticas.
Con una capacidad de producción de 300,000 vehículos anuales, este complejo conjunto de las japonesas Mazda y Toyota inició en 2021 con la producción del Corolla Cross, en 2022 añadió la producción del Mazda CX-50 y, recientemente, ha empezado la producción de las variantes híbridas de los dos modelos. En la línea de Toyota, el 40% de los vehículos producidos ya son híbridos y el resto, de combustión interna. “Cada mes recibimos la pregunta de si podemos hacer más híbridos, pero las baterías siguen siendo una limitante”, dice David Fernandes, vicepresidente de Administración de la planta.
Uno de los principales desafíos de la planta de MTM, y de la industria automotriz en Norteamérica en general, es su gran dependencia de insumos provenientes de Asia, especialmente, de China. La mayor parte de los materiales y componentes necesarios para fabricar vehículos híbridos y eléctricos se producen y refinan en ese país, que es además el líder mundial en la producción y procesamiento de tierras raras, elementos claves para el funcionamiento de motores eléctricos y otros sistemas tecnológicos en estos automóviles. Según datos de Statista, en 2023, China produjo el 70% de las tierras raras a nivel mundial.
Además, es el mayor fabricante de baterías, con más de la mitad de la producción global. La empresa china CATL lideró el mercado en 2023, con una participación del 38%, mientras que su compatriota BYD ocupó el segundo lugar, con un 15.8% de participación.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, que se definía en los mismos días de la visita a la planta de Mazda Toyota Manufacturing, introduce un factor de incertidumbre, ya que podría implementar políticas proteccionistas que limiten aún más la entrada de vehículos chinos al mercado estadounidense. Si bien esto podría beneficiar a los fabricantes locales en el corto plazo, también podría intensificar la guerra comercial entre ambos países y provocar que China cierre la llave al suministro de componentes.
Un relación peligrosa
En la última década, el gigante asiático ha pasado de ser un país con una industria automotriz emergente a convertirse en un competidor global de gran peso, lidera la producción mundial de vehículos y ha escalado rápidamente posiciones como país exportador con más de cinco millones de vehículos vendidos en mercados extranjeros. Su capacidad de producción actualmente supera en 11 millones de unidades la demanda interna, lo que permite a sus fabricantes inundar otros mercados con productos a precios competitivos.
Ello, a pesar de ser el mercado automotriz más grande del mundo, que además ha visto una fuerte preferencia por la producción local en los últimos años. Entre 2019 y 2023, la cuota de mercado de marcas nacionales pasó del 36% a más del 50%, impulsada por la rápida adopción de vehículos eléctricos y los generosos subsidios del gobierno chino desde 2015.
Publicado originalmente por: https://expansion.mx/empresas/2024/12/09/industria-automotriz-en-norteamerica-entre-el-t-mec-la-competitividad-y-china
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