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Reflexiones prospectivas frente a la tensión arancelaria

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se estableció una de las etapas más sólidas para el sistema financiero internacional, la cual constituyó a Estados Unidos como el líder económico mundial. Desde entonces y hasta la década de 1980, este país no había enfrentado competidores económicos significativos. No obstante, a partir de finales de esa década, comenzó a experimentar una creciente fragmentación en su cadena global de valor. Esto, aunado al 11-S y a la crisis económica de 2008, serían los puntos de inflexión para Estados Unidos y, más tarde, le pasarían la factura.

Mientras tanto, a partir de la década de 1960, con la reforma institucional estructural y la apertura económica, China inició un notable crecimiento económico, en el cual, durante cuatro periodos consecutivos, logró de manera exitosa transicionar de la agricultura a la manufactura y, posteriormente, hacia el sector tecnológico. Lo anterior impulsado además por eventos clave, como su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en 2001 y el ingreso del yuan a la canasta de divisas del Fondo Monetario Internacional. De esta manera, Beijing terminaría por consolidar su carácter como potencia económica global.

Así, mientras Estados Unidos atenuaba su liderazgo, China consolidaba su posición a nivel internacional. En ese sentido, como respuesta, Washington implementó medidas, particularmente durante el gobierno de Donald Trump, que incluyeron la imposición de aranceles elevados, lo que generó tensiones comerciales y riesgos para la estabilidad económica mundial.

A medida que las economías avanzadas y emergentes disputan el liderazgo tecnológico, se intensifica una competencia por la hegemonía mundial.

El 2 de abril de 2025, denominado el “Día de la Liberación: Hacer a Estados Unidos saludable de nuevo”, el presidente Trump presentó una nueva agenda comercial y económica. Este evento marcó la culminación de políticas proteccionistas iniciadas en 2018 con la implementación de aranceles bajo la sección 232. El establecimiento de esta agenda comercial se sustenta bajo la premisa de una amenaza a la seguridad nacional estadounidense; dicho de otro modo, el déficit comercial de 1.2 billones de dólares representa una emergencia de seguridad económica. Y para ello, Trump invocó los poderes ejecutivos que están amparados en la de la Ley de Expansión Comercial de 1962 y la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977.

La implementación de aranceles no solo representa una herramienta de política comercial, sino también es un mecanismo de presión estratégica. Estados Unidos ha buscado inducir cambios en las políticas comerciales al utilizar los aranceles como una forma de negociación y como una medida para proteger su seguridad nacional. Estas acciones están fundamentadas bajo una serie de objetivos con implicaciones económicas y comerciales: 1) recuperar la soberanía económica; 2) revivir la industria manufacturera, y 3) generar ingresos al país.

La aplicación de aranceles a los productos importados tiene como objetivo principal la protección de la industria nacional, lo que hace que los productos importados sean más costosos y menos competitivos frente a productos locales. En sentido, los efectos del arancel estadounidense podrían evidenciarse mediante 1) ingresos públicos: fuente de ingresos para el gobierno de Estados Unidos; 2) consumidor: encarecer los productos para los consumidores y reducir la variedad de bienes disponibles. En palabras más sencillas, será el ciudadano estadounidense quien deberá pagar un precio más alto por la compra de estos productos importados, y 3) productor nacional: los aranceles distorsionan la eficiencia económica al proteger industrias menos competitivas artificialmente. En este punto, es importante observar cuál será la reacción de los mercados internos dentro y si tendrán la capacidad de suplir estos productos que actualmente se importan.

Estructura de las cadenas globales de valor: previo a la tensión comercial

Las cadenas globales de valor representan una porción significativa del comercio internacional, por ello es fundamental entender su comportamiento. Se estima que más de 50% del comercio internacional deriva de estas. Además, tienen un impacto directo en la economía de un país: un incremento de 1% en la participación de un país en las cadenas globales de valor genera, de manera simultánea, un aumento de 1% en su PIB.

La participación de un país en las cadenas globales de valor puede clasificarse en dos tipos: hacia atrás (backward) y hacia adelante (forward). En el caso de México, su inserción se caracteriza, principalmente, por una participación hacia atrás, lo que significa que el país importa insumos y componentes de terceros para ensamblarlos y exportarlos. Por otro lado, países como Estados Unidos tienen una participación más destacada hacia adelante, ya que exportan insumos y componentes que otros países utilizan para producir bienes finales.

La comprensión de la estructura de las cadenas globales de valor es fundamental para entender no solo su funcionamiento, sino el comercio internacional moderno. Se componen de diversas etapas, desde la concepción del producto hasta su entrega al consumidor. Generalmente, se identifican seis categorías principales que conforman esta estructura.

Tabla 1: Categorías principales de las cadenas globales de valor y la participación de los países

Fuente: Elaboración propia.

En la actualidad, ningún país participa de forma primaria en los servicios intensivos en conocimiento dentro de las cadenas globales de valor; la participación se da de manera secundaria. Además, esta tendencia destaca en economías avanzadas, como Estados Unidos, el Reino Unido y Singapur, que se especializan en actividades de alto valor agregado, como investigación y desarrollo, servicios financieros y tecnología de la información.

Reconfiguración de las cadenas globales de valor: tendencias hacia la regionalización

Las cadenas globales de valor experimentan una reconfiguración hacia la regionalización, impulsada por estrategias como la repatraición (reshoring), la deslocalización cercana (nearshoring) y la deslocalización concertada (friendshoring). En este contexto, Estados Unidos ha adoptado la repatriación como parte de su política industrial para fortalecer la producción nacional y reducir la dependencia de cadenas de suministro extranjeras. Una de las iniciativas clave en este esfuerzo es promover la investigación y la fabricación de semiconductores en el país. Esta tendencia hacia la repatriación busca asegurar la cadena de suministro tecnológica de Estados Unidos que, históricamente, ha dependido en gran medida de Asia, y garantizar una mayor resiliencia frente a interrupciones geopolíticas y económicas.

Otra tendencia relevante en la reconfiguración de las cadenas globales de valor es la deslocalización cercana, que implica trasladar operaciones a países cercanos. Cuando no es posible obtener ciertos insumos mediante la repatriación, la deslocalización cercana ofrece una alternativa estratégica. Un claro ejemplo es el Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que facilita la integración regional y la reducción de costos. Sectores como la industria automotriz y la manufacturera han sido particularmente beneficiados, ya que el T-MEC permite el libre comercio de bienes y servicios entre los tres países sin aranceles, lo que fortalece las cadenas de suministro regionales y promueve la inversión extranjera directa en México.

La tendencia de la deslocalización concertad implica establecer relaciones comerciales con países aliados que puedan suministrar bienes estratégicos de manera confiable. Esta colaboración busca diversificar las fuentes de suministro y mitigar los riesgos asociados a la concentración de la producción en un solo país, especialmente en un contexto de tensiones geopolíticas. Al alinear sus intereses estratégicos, los países buscan asegurar el acceso a tecnologías avanzadas y fortalecer su posición en el mercado mundial.

Conclusiones

La repatriación, la deslocalización cercana y la deslocalización concertada son respuestas clave de Estados Unidos y de otros países para asegurar la estabilidad de sus cadenas globales de valor en un entorno de crecientes tensiones geopolíticas. Al traer la producción de vuelta al país o trasladarla a aliados cercanos, estas estrategias permiten mantener la competitividad mundial, mientras se minimizan los riesgos geopolíticos y logísticos, lo que les asegura un acceso estable a bienes críticos, como semiconductores y productos manufacturados.

Las tendencias emergentes en cadenas globales de valor redefinen la estructura de la economía internacional. A medida que las economías avanzadas y emergentes disputan el liderazgo tecnológico, se intensifica una competencia por la hegemonía mundial. China, Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias buscan asegurar su dominio en sectores clave como los semiconductores y la inteligencia artificial. Este reordenamiento internacional no solo impacta la geopolítica, sino que también moldea las futuras dinámicas de poder económico y tecnológico en el siglo XXI.

Finalmente, la fragmentación de las operaciones —desintegración de la producción, deslocalización (offshoring) y subcontración (outsourcing)—, impulsada en la década de 1980 por Estados Unidos, le han cobrado la factura y generado dos desafíos apremiantes para este país. En primer lugar, por ejemplo en el sector automotriz, algunos chips de alta gama y ciertos eslabones de producción no se ensamblan en Estados Unidos, y el país hoy no cuenta con el capital humano y la capacidad productiva tecnológica para solventarlo con rapidez. Por otra parte, los aranceles no pueden solo simplemente desplazar la producción a Estados Unidos porque las empresas tendrán que abastecerse en otros países; aquí quizá pueda recurrir a una oportunidad de deslocalización cercana para México, o bien absorber los costos. Sin embargo, esto último hará que aumenten los precios de los productos y eso puede retrasar el auge de industrialización propuesto por Trump.

KENDALL ARIANA LÓPEZ PEÑA es doctora en Estudios del Desarrollo Global por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), maestra en Relaciones Internacionales y Diplomacia con énfasis en Administración de Proyectos de Cooperación Internacional y licenciada en Relaciones Internacionales con énfasis en Comercio Internacional por la Universidad Nacional (UNA), Costa Rica. Es Coordinadora de la maestría y del doctorado en Estudios del Desarrollo Global de la UABC. Sus líneas de investigación son la economía política internacional, la política comercial, la gobernanza comercial y el acceso a mercados internacionales. Contáctela en kendall.lopez@uabc.edu.mx.

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