En un contexto de mayor integración productiva, el nearshoring ha incrementado la participación de empresas mexicanas en el comercio exterior. De acuerdo con datos del Banco de México, las exportaciones totales del país alcanzaron 617,677 millones de dólares en 2025, con Estados Unidos como principal destino. Para 2026, se prevé un mayor dinamismo exportador, impulsado por la relocalización de cadenas productivas.
Sin embargo, más allá de los retos logísticos, aduaneros o regulatorios, las empresas —en particular las pequeñas y medianas con capacidad productiva instalada— enfrentan un obstáculo menos visible: la gestión de pagos y cobros internacionales. Factores como los tiempos de liquidación, el tipo de cambio efectivo, las comisiones bancarias y la trazabilidad de los flujos financieros entre México y Estados Unidos se han convertido en variables críticas para la competitividad.
“Para una empresa que exporta, la frontera ya no está solo en la aduana; también está en su tesorería”, señaló Michel Domínguez, cofundador de Remzy. De acuerdo con el directivo, retrasos en la recepción de pagos en dólares, incertidumbre sobre el tipo de cambio o procesos manuales de conciliación pueden volver impredecibles los márgenes y limitar decisiones de inversión y crecimiento.
Pagos internacionales y presión operativa para las pymes exportadoras
Entre los patrones recurrentes se encuentran clientes que pagan en dólares, mientras que proveedores y nóminas se liquidan en pesos; la intermediación bancaria con estructuras complejas de comisiones y spreads cambiarios; y la fragmentación de la información financiera en múltiples plataformas. A ello se suma un entorno regulatorio más estricto, con mayores exigencias en materia de prevención de lavado de dinero y verificación de identidad en ambos países.
Infraestructura financiera como habilitador del nearshoring
Desde la perspectiva del sector financiero, el reto ya no se limita al costo por transacción, sino a la capacidad de las plataformas para ofrecer velocidad en la liquidación, visibilidad sobre los flujos futuros y gobernanza bajo marcos regulatorios formales. Estos elementos, señaló Domínguez, permiten a las empresas reducir la exposición cambiaria, acortar los ciclos de efectivo y liberar recursos internos para actividades de mayor valor agregado.
Cuando una pyme exportadora cuenta con liquidez oportuna en pesos y dólares, con un tipo de cambio transparente y con trazabilidad en cada operación, el impacto se refleja directamente en su operación diaria y en su capacidad de escalar. En ese sentido, la infraestructura financiera comienza a perfilarse como un habilitador clave del nearshoring.
“México tiene una ventana estratégica para consolidarse como socio de Estados Unidos en múltiples industrias. Pero para que más pymes participen, los pagos internacionales deben dejar de ser un freno y convertirse en una herramienta que acompañe su crecimiento”, señaló Domínguez.
La eficiencia financiera transfronteriza se perfila como uno de los factores decisivos que definirán qué empresas logran capitalizar plenamente las oportunidades del nearshoring en los próximos años.
Publicado originalmente por: https://mexicoindustry.com/noticia/infraestructura-financiera-el-cuello-de-botella-del-nearshoring-en-mexico
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